A MI MUSA

Te quiero. Eso fue lo que le susurró al oido mientras enredaba los dedos entre sus suaves cabellos y olía el dulce perfume que de ellos se desprendía. Se quedaron abrazadas sintiéndose la una a la otra, deseando cruzar la barrera de sus cuerpos para poder fundir sus almas y confundirse con la misma esencia del amor, amor que rebosaba del latente y desbocado corazón de ambas.

Se miraron fijamente a los ojos perdiéndose mutuamente en lo mas profundo del alma de la otra. Te quiero. De nuevo aquellas dos palabras volvieron a brotar de sus labios, le parecían poco para expresar tan siquiera una ínfima parte del sentimiento que le arrasaba por completo y que invadía cada rincón de su ser, hasta la última célula de su cuerpo. Empezó a recorrerle un escalofrío cuando sintió los dedos de su amada acariciarle el rostro en un tierno gesto mientras lenta e inexorablemente se iba acercando cada vez más hacia ella.

Escasos centímetros las separaban, podía notar el cálido aliento y las pupilas dilatadas de ella. Sentía una fuerza que le empujaba a seguir acercándose mientras aumentaban sus pulsaciones considerablemente. Estuvo unos instantes recreándose en el bello rostro que tenía enfrente antes de dejarse llevar por el sentimiento que pugnaba por salir a través de sus ojos y sus labios.

Una oleada de sensaciones imposibles de describir le invadió cuando sus bocas al fin se encontraron y dejaron que sus lenguas se transmitieran el amor que no podían expresarse con palabras. En ese preciso instante, allí de pie abrazadas, sintieron que la realidad como la conocían había dejado de existir. Solo estaban ellas en su mundo, en su universo.